
Vicente Trueba · YVT
Ligado desde hace más de cuarenta años a la moda masculina, sostiene que no vende precio, sino ilusión; que la elegancia no se compra y que hoy el hombre se cuida y mima tanto o más que la mujer. Sonriente y atento con sus clientes, habla casi tan rápido como se mueve y reconoce que lo suyo es un no parar. Aficionado a la natación, los viajes y la lectura, trae a colación siempre que puede citas de su abuela, a la que se refiere con cariño como una señora de las de toda la vida de Santander. Especializado en ceremonia, asegura que un nudo de corbata bien hecho lo es todo, especialmente si es un Windsor con doble vuelta, y que un buen traje tiene que ser, ante todo, de calidad, bien hecho y de la talla de quien lo vista.
“La elegancia está en la persona, no en las prendas. Se puede ser elegante hasta estando desnudo”
“Vestir un traje con zapatillas es un atentado al buen gusto. A mí no se me ocurre ir al gimnasio con botas”
“Hay que promover las aperturas los sábados por la tarde y hacer de la ciudad un centro comercial”
Pregunta.– Más de 40 años vistiendo al hombre. ¿Hemos cambiado mucho?
Respuesta.– Sí, la verdad es que ha habido una evolución bastante importante en estos últimos cuarenta años. Desde la década de los 80 el hombre se cuida y se mima más, y lo que antes no hacía lo hace ahora.
P.- Eclipsado durante décadas por la moda femenina, el consumidor masculino gana cada vez más protagonismo dentro del sector textil. ¿Avanzamos hacia la igualdad o aún nos queda mucho camino por recorrer?
R.-Tampoco creo que hayamos estado eclipsados. La moda es para todo el mundo, no entiende de géneros. No se trata de hablar de desigualdad o igualdad. Como le decía, la moda masculina ha evolucionado mucho y el hombre se cuida tanto o más que la mujer, pero en la moda no hay género.
P.- Hay quien sostiene que los hombres compran pero no van de compras. ¿Lo ve usted también así?
R.-Vamos a ver. Es cierto que hay mujeres que aún compran las prendas a sus parejas. Pero a las nuevas generaciones sí les gusta ir de tiendas. Quizá donde más se note esa mayor presencia masculina es en ceremonia. En esos casos, es evidente que tenemos que probarnos el traje. Pero, sí, sigue habiendo un porcentaje de mujeres que es la que compra, se lleva la ropa para que se la pruebe su pareja, vuelve… Como digo yo, corredoras de bolsa, brókeres (risas).
P.- Se ha pasado de las clásicas colecciones de otoño/invierno y primavera/verano, a renovar las colecciones una vez al mes y, en algunas ocasiones, a colecciones capsulas cada quince días. ¿No vamos demasiado rápido?
R.-Bueno. Es la tendencia del pronto moda. Pero yo trabajo prêt à porter, que son colecciones a seis meses vista en dos campañas bien marcadas: primavera/verano y otoño/invierno. Dicho esto, no cabe duda que todos los diseñadores pueden sacar una cápsula de algo que sea muy de tendencia. Pero vamos, yo compro a seis meses vista y no suelo introducir cápsulas, a no ser que sea algo muy bueno o especial.
P.- La elegancia masculina, asociada tradicionalmente a la americana y el traje, se viste hoy con prendas más funcionales y cómodas. ¿Manda la moda casual?
R.-Por supuesto. Es que la tendencia es hacia el sport. Pero, en cualquier caso, la elegancia no la da un traje ni una prenda. Es algo vital. Está en cada persona, no en cómo te vistas. Porque, como decía mi abuela, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Puedes ser una persona elegante hasta estando desnudo.
P.- El precio se impone como principal criterio de compra por encima de la calidad, el tejido o el diseño. ¿Verdad o mentira?
R.-Mentira. Yo, de entrada, no vendo precio, vendo ilusión. El precio es algo muy subjetivo. Mis clientes por regla general no suelen mirar precios, Prima más la calidad y el diseño, siempre y cuando el precio no sea obviamente desorbitado.
P.– Los cántabros, ¿somos conservadores en el vestir?
R.-Lo éramos más antes. Ahora, con la globalización, internet y los avances tecnológicos, diría que no existen diferencias ni entre comunidades autónomas ni siquiera entre países. Somos todos iguales.
P.- Dígame los secretos de un buen traje.
R.-Ante todo que sea de calidad, que esté bien hecho y que sea tu talla.
P.- Vestir de traje con zapatillas se ha convertido en toda una tendencia que cada vez cuenta con más seguidores. ¿Un atentado al buen gusto o la combinación más cool?
R.-Para mí es un atentado al buen gusto. Cuando voy al gimnasio no se me ocurre ir con botas. Y si me pongo un traje, me lo pongo con zapatos. Un traje hay que llevarlo como se lleva un traje, ni con camiseta ni con playeros. Que hasta los gatos quieren zapatos.
P.- ¿Se puede ir bien vestido en pantalón corto?
R.-Se puede ir divertido. De todos modos, vuelvo a decir que con la clase se nace, no se hace. Como también decía mi abuela, la clase de una persona se nota en la playa, cuando todos estamos en bañador.
P.- Óscar Wilde decía que una corbata bien anudada es el primer paso serio en la vida. ¿Exageraba?
R.-No. Tenía toda la razón. Porque un buen nudo en la corbata es un todo. Y a poder ser, un Windsor con doble vuelta.
P.- Sombreros, guantes, pañuelos y fulares anudados al cuello, gafas de pasta, bolsos… ¿Cuál de ellos suma más?
R.-Todo grano hace granero y todo complemento enriquece el vestuario. Hay una tendencia enorme al complemento. Ahora mismo tenemos como las mujeres: bolsos, pañuelos… En la moda no hay diferencia de sexos.
P.- Parece ser que el chaleco, arrinconado durante años por considerarse una prenda un tanto aburrida y demasiado seria, ha vuelto a los guardarropas masculinos. ¿Estoy tardando en comprarme uno?
R.-El chaleco no está pasado de moda en absoluto. Perderá uso, pero no está pasado de moda. De un lado está el chaleco ‘sastrero’ para combinar con los trajes y convertirlos en tres piezas. Y de otro, una infinidad de chalecos de exterior, tanto de plumíferos como de punto, que, como ocurre con todo en la moda, van y vienen. Es una prenda clásica que ahora mismo es tendencia.
P.- Pierre Cardin afirmaba que podía ir por todo el mundo con solo tres conjuntos: un blazer azul y pantalones de franela grises, un traje de franela gris y una corbata negra. ¿Lo suscribe?
R.-Pues no lo suscribo. Porque si vas a una playa al Caribe no pintas nada con ese atrezo. Mis básicos son un tejano, una camisa blanca y una americana, azul o gris, para combinar con todo. Todos deberíamos tener seis o siete camisas blancas en nuestro armario. Porque como decía mi abuela, los hombres de blanco hacemos a limpio (más risas).
P.- ¿Las ventas on line acabarán canibalizando las ventas en tienda?
R.-Depende del tipo de producto que vendas. Los de rango medio/alto nos gusta tocarlos y probarlos. Lo que es concepto de ‘camiseteo’, alguna playera o prendas así, sí se venden por internet. Pero mis clientes son de atención personalizada. De hecho, yo no trabajo online.
P.- ¿Es partidario de las rebajas?
R.-No. Procuro no hacerlas. Ni viernes negro ni cosas raras. Lo que ocurre es que, tal y como están las cosas, no tienes más remedio que tirar de los precios hacia abajo. La ropa ha pasado a un segundo término. Ahora se prioriza más viajar, salir a comer y cenar o tomar unas copas. La compra de ropa ya no está entre los principales hábitos de la gente.
P.- Imagínese que la calle es suya. ¿Qué haría para dinamizar el comercio?
R.-Promover las aperturas los sábados por la tarde y hacer de la ciudad un centro comercial. Toda mi vida he abierto los sábados por la tarde. A los clientes hay que darles facilidad de horarios.
En corto
- Un imprescindible
- Una camisa blanca
- Un tejido
- Cashmere
- Un color
- Azul
- Zapatos sin calcetines. ¿Sí o no?
- ¡No!
- Una prenda que nunca pasa de moda
- Un buen abrigo.