Sergio Barrio Soto. Las Floristas
“Las flores de plástico son una aberración”
“Creo que si las floristerías se mantienen es por la atención al público.
Lo nuestro son trabajos muy personalizados. No es como pedir una tuerca”
Es la cuarta generación de una familia consagrada a la venta de flores. Florista a la antigua usanza, huye sin embargo de los estereotipos que dictan una flor determinada para cada tipo de acontecimiento. Asegura que entre su clientela predominan las mujeres de mediana edad, aunque reconoce que los jóvenes cada vez compran más flores, y confía en poder sacarse cuanto antes la espina a un año y medio sin eventos ni ceremonias.
Pregunta.– Casi 140 años dedicados al negocio de las flores y plantas. Desde luego que lo suyo no parece flor de un día.
Respuesta.– Pues no, la verdad es que no. Somos una familia de tradición floral. Cumplimos ya cuatro generaciones dedicadas a ello. Y ahora estamos negociando el relevo para que haya una quinta. Sería un logro muy bonito.
P.– En todo este tiempo, ¿se han metido en muchos jardines?
R.– En más de los debidos. Porque el mundo floral ha evolucionado muchísimo en los últimos años y ha habido que ponerse al día. En más de una ocasión nos hemos tenido que reinventar y hacer trabajos que jamás pesamos que tuvieran algo que ver con la floristería.
P.– Dígame, ¿cuál es la flor más bonita que le han echado a su comercio?
R.– Bueno, lo que a todo el mundo le encanta es la tienda como establecimiento, con ese sabor y aroma de floristería antigua. Algo parecido a como son y se perciben estos comercios en Francia o Inglaterra. Recuerdo que en un San Valentín, una clienta nos regaló a cada uno de los tres trabajadores de la tienda una flor por lo amables y cariñosos que habíamos sido con ella.
P.– Su trabajo de sencillo tiene poco. ¿O no?
R.– Nada de nada. Vender flores lleva detrás un proceso de limpieza, almacenamiento y manipulación espectacular. Y con unos horarios salvajes que nadie se imagina. Trabajamos con productos perecederos, por lo que los trabajos se tienen que hacer en el día.
P.– Diseñador floral, florista, floricultor, jardinero… ¿Con qué se identifica más en su trabajo?
R.– Florista, sin duda. Siempre me he identificado con ese término.
P.– El olor, el color y la forma son los mecanismos más comunes que presentan las plantas para atraer a los polinizadores. ¿También a las personas?
R.– También. Es muy normal que al doblar la calle de Francisco de Quevedo, muchas personas digan que cerca tiene que haber una floristería por el aroma que se respira. Aunque nosotros no notamos esa fragancia por saturación. Lo que notamos es el mal olor. Generalmente, lo primero que te piden es un ramo que sea monocromático o de varios colores, y luego añaden que tenga aroma. Que alguien te pida directamente un ramo que tenga aroma es por motivos muy puntuales, aunque internet está cambiando mucho los gustos florales. Ahora, si una persona famosa o influencer sale con una determinada flor, hay mucha gente que luego pide esa misma flor.
P.– ¿Cómo andamos de cultura floral?
R.– En España, fatal. No solo no existe, sino que sigue sin haber una tradición floral. El consumo de flor comparado con el resto de Europa es bajísimo. La venta de flores de reduce directamente a defunciones, natalicios, bodas o cumpleaños. Muy pocas personas compran flores de manera habitual para su casa.
P.– La rosa para la persona amada, el ramo de azahar para la novia, la corona dedicada a los difuntos… Cada flor tiene su propio lenguaje. ¿Cómo se entiende usted con todas ellas?
R.– Yo me entiendo y me llevo perfectamente con todas ellas. Pero intento salir de los estereotipos que marcan tener que usar un tipo de flor para un tipo de acontecimiento. Y un tipo de construcción parea un tipo de evento. Es decir, los mortuorios no tienen por qué ser coronas. Y hay trabajos de regalo que muchas veces también sirven para defunciones. Es un modo de transmitir cariño o afecto por la persona fallecida. ¿Por qué hay que regalar por obligación una rosa roja para expresar amor o por San Valentín? Si a la persona que la va a recibir le gustan las margaritas blancas, pues le regalas margaritas blancas que van a testimoniar el mismo cariño y amor. Cada flor lo que tiene que hacer es satisfacer y alagar a la persona.
P.– ¿Ramos de flores preservadas o flores naturales?
R.– Yo las prefiero naturales, aunque reconozco que las preservadas también tiene su interés. Pero vivas, no secas. Lo cierto es que ahora las preservadas están de moda y su demanda ha aumentado mucho, puede que alrededor del 40%.
P.– Las plantas, ¿mejor con o sin flores?
R.– Depende de lo que queramos hacer con ellas. En la actualidad, la planta verde tiene una demanda increíble para jardines verticales, paredes y techos vegetales… En cualquier caso, para el exterior diría que sobresalen más las plantas con flor, mientras que para grandes trabajos en interior predomina los verdes y para pequeños regalos y detalles, con flor.
P.– Sin eventos ni ceremonias por culpa de la pandemia, estos largos meses no habrán sido precisamente un camino de rosas. ¿Me equivoco?
R.– Si no nos hemos ido a pique ha sido a base de mucho esfuerzo. Esperamos sacarnos la espina en los próximos años. Ha sido un año y medio horrible. Recuerdo que empezamos perdiendo San José y Semana Santa, y luego fuimos perdiendo las comuniones, las bodas, la festividad de Todos los Santos y prácticamente también las Navidades. Ha sido realmente duro.
P.– La actriz Joan Crawford decía “envíame flores mientras estoy viva. No me harán ningún bien después de que muera”. ¿Habría que seguir su ejemplo?
R.– Totalmente de acuerdo con ella. La sonrisa y la alegría de recibir unas flores en vida no tiene nada que ver con esa demostración de afecto con la persona fallecida. Un detalle flor en vida, por pequeño que sea, para mí tiene más valor que un macro adorno una vez que ya has fallecido.
P.– A quien afirma que el día que desaparezcan las flores de plástico, habremos dado un gran paso adelante en la cultura. ¿Lo suscribe?
R.– (Se ríe). Por supuesto. Antonio Gala contaba que en una ocasión fue a pedir la mano de una señorita, pero al ver en su casa un jarrón con flores de plástico desistió de su propósito. Las flores de plástico son una aberración. Hay otras cosas. Hay flores de tela muy logradas. Son otro cosa. Pero las de plástico son una barbaridad.
P.– Óscar Wilde, por su parte, decía que “con libertad, libros, flores y la luna, ¿quién no puede ser feliz? ¿Tenía razón?
R.– Toda la razón del mundo. Imprescindible, la libertad para poder hacer lo que uno quiera. Y si lo acompañamos de flores que pueden transmitir emociones o sensaciones, pues muchísimo mejor.
P.– La tienda física, ¿se marchitará con el tiempo?
R.– Creo que si las floristerías se mantienen, y mira que hay campañas de venta floral de grandes empresas vía internet, es por la atención al público. Lo nuestro son trabajos muy personalizados. No es como pedir una tuerca. Hay mucho cliente despistado que no sabe lo que quiere regalar. Y busca consejo, especialmente entre los más jóvenes. Lo triste es que hay un sector de la población masculina, de entre 40 y 60 años, al que aún les da vergüenza ir por la calle con un ramo de flores y te piden que se lo tapes. Es algo que me choca tremendamente.
Un poco más
- La flor más demandada
- (Duda un rato). Depende de los momentos. La rosa, siempre. Y por épocas se demanda mucho la hortensia, la peonía…
- Su preferida
- No sé. Cualquiera de cultivo natural.
- Una flor bonita y barata
- Las margaritas
- Una planta de interior/exterior
- De interior, la palmera kentia; de exterior, los amarilis.