
María Victoria Bueno Ruiz. Del Rosa al Amarillo
Lleva casi veinte años ligada al mundo de la moda, un sector en el que sostiene que entró a trabajar de casualidad. Asegura que en el vestir el hombre es más clásico que la mujer y que lo que más le gusta de su negocio, uno de los más icónicos de la ciudad, es comprar y seleccionar las prendas, siempre de las marcas más consolidadas y punteras del momento. Aficionada a viajar, el mar y el aire libre, afirma que el perfil de su cliente es el de una mujer, de cualquier edad, a la que le gusta vestir diferente y con estilo, y se muestra convencida de que la tienda física nunca desaparecerá, menos aún en Santander, una ciudad que, según destaca, cuenta con una buena oferta de tiendas especializadas en moda y accesorios.
“Unas zapatillas pueden ser más monas, más clásicas o más fashion,
pero no dejan de ser lo que son y nunca serán elegantes”
“El vestido negro es un fondo de armario que hay que tener”
Pregunta.– Una película española homónima a su negocio venía a decir hace más de 55 años que si el primer amor es rosa, el último es amarillo. ¿El color entiende de edades?
Respuesta.– No, ahora mismo no. Los colores entienden de moda, no de edades. Es más, a veces cuanto mayor eres, más colores quieres.
P.– Con la vida social de eventos por los suelos, la comodidad se ha impuesto a otras tendencias. ¿Toca lucir look ‘chandalero’?
R.– No, ‘chandalero’ nunca. Soy anti chándal. Hay formas de vestir muy de sport y muy cómodas que no son ir de chándal. Es verdad que lo que más se vende es ir de sport, precisamente porque los eventos aún están limitados. Pero confío en que esto cambie enseguida.
P.– Un reciente sondeo reflejaba que tres de cada cuatro empresas del sector creen que el impacto del virus en el mundo de la moda ha sido mayor al del conjunto de la economía. ¿Reinventarse o morir?
R.– No sé. Lo que toca es que superemos esta crisis sanitaria, que se vaya el virus. Si no, por mucho que nos reinventemos… Al margen de la repercusión negativa en el comercio, salvo quizá en el sector de la alimentación, lo que me preocupa es la forma de vida que llevamos. Es verdad que hay personas que siguen vistiéndose y acudiendo a las tiendas, pero el mundo de la moda ha recibido un golpe muy fuerte.
P.– ¿La tienda se ha trasladado definitivamente a internet?
R.– No, se comparte. Hay una tienda on line, pero también una física. Nosotras, de momento, esta última la defendemos muy bien. Cada una tiene su camino. La virtual y comprar a golpe de botón es sin duda parte del presente y el futuro. Pero hay muchísimas clientas que prefieren y disfrutan mucha más de la compra física. Y eso, no creo que desaparezca nunca, menos aún en ciudades como Santander, que cuenta con una buena oferta de tiendas especializadas en moda y accesorios.
P.– ¿La exclusividad es uno de los atributos indispensables de las marcas de lujo?
R.– Sí, tanto por parte del retail como del cliente. Yo exijo tener exclusividad de las marcas que vendo. Si no la tengo, no lo quiero. Es lo que tenemos este tipo de tiendas, que nos diferencian de otras con productos más básicos y comunes.
P.– Coco Chanel afirmaba que todo lo que es moda pasa de moda, pero que el estilo jamás lo hace. ¿Ahí está la clave?
R.– Sí, efectivamente. Las modas van y vienen. Pero el estilo, la clase de llevarlas siempre perdura. Lo mismo que el gusto y la capacidad de seleccionar prendas. Es innato. Son cualidades innatas que nunca se pierden.
P.– Yves Saint Laurent, por su parte, aseguraba que un buen diseño puede soportar la moda de diez años. ¿Lo comparte?
R.– Sí, a veces sí. Hablamos en todo caso de diseñadores de primera línea. Hay prendas que son icónicas y que las puedes tener diez o veinte años en el armario porque sabes que es especial, diferente, exclusiva. Que no pasa el tiempo por ella o que siempre que te la pongas va a tener algo.
P.– Una mujer nunca va demasiado elegante o demasiado informal con un vestido negro. ¿Verdad o mentira?
R.– Verdad. El vestido negro es un fondo de armario que hay que tener. Depende del diseño del vestido, pero los hay que lo mismo te sirven para ir con un calzado muy sport que con un tacón alto. Te dan dos interpretaciones distintas. Los vestidos negros son sobrios y puedes ir más sofisticada o más o menos arreglada. Tú decides.
P.– Cada vez más diseñadores incorporan la vertiente ecológica al diseño de sus colecciones. ¿La sofisticación también pasa por el uso creativo de materiales en desuso y fabricaciones recicladas?
R.– Bueno, no sé si la sofisticación pasa por esto. Pero es cierto que en estos momentos es un plus que está en el mercado y por el que apuestan cada vez más marcas. Hay, de hecho, algunas que son referentes en sostenibilidad. Stella McCartney es una de ellas. Nunca ha hecho pieles y siempre ha utilizado materiales ecológicos y sostenibles. En este aspecto, yo diría que es la reina. Y ahora hay muchas otras que se han apuntado a esta corriente. Pero no es fácil conseguir buenas calidades. Cada vez se consiguen más, pero no es sencillo.
P.– Hay expertos que apuntan que una de las tendencias con mayor impulso es la de la moda de alquiler. ¿Tienen razón?
R.– No. Mi experiencia no dice eso. Quizá puedes alquilar un vestido de faralaes si vas a la Feria de Abril. O alquilar un tocado. Pero prendas de vestir, no. Hace unos años si se oyó sobre algún negocio de este tipo. Pero no he vuelto a oírlo. En cambio, sí hay comercios de ropa vintage o usada. Lo del alquiler no lo veo. Un frac o un esmoquin, para una ocasión muy especial puede ser, pero no un vestido, y menos aún para el día a día. Además, lo que nos encanta y con lo que disfrutamos es con estrenar y llevar cosas nuevas. Cada uno dentro de sus posibilidades. Lo bonito es estrenar. Da igual lo que estrenes.
P.– Dígame una prenda que nunca pasa de moda.
R.– Un trench. Y un blaizer negro o azul marino.
P.– Roberto Verino decía que sale más caro vestir mal que hacerlo bien. ¿Exageraba?
R.– Puede ser que en alguna ocasión sea así. Si no acabas de estar cómodo con una prenda y tienes que volver a comprar y comprar, pues al final puede resultar caro. Más vale una pieza con la que vayas a gusto y te sientas encantada que tres con las que no vayas segura. Si no estás a gusto, no te lo pones.
P.– ¿El calzado informal le ha ganado la partida a los tacones? ¿Las zapatillas también son elegantes?
R.– Sí, totalmente, en el día a día. Muy a mi pesar, porque creo que las sneakers son al final antimoda. Yo estoy ya aburrida, pero todos nos hemos doblegado a la comodidad. Unas zapatillas pueden ser más monas, más clásicas o más fashion, pero no dejan de ser lo que son y nunca serán elegantes. Aunque es cierto que la elegancia la aporta el conjunto y la persona. Todo depende de cómo se lleve y quién lo lleve. Las zapatillas nacieron en el deporte y la comodidad. Lo que pasa es que la moda ha hecho que se combinen con prendas que no son deportivas. Ya no son exclusivamente sport. También valen para el arreglado pero informal.
P.– ¿De qué color ve el futuro del comercio en Santander?
R.– Santander va a ir a más porque tenemos muchos atractivos para conseguirlo. La oferta cultural, comercial y gastronómica atrae a la gente. Tenemos que levantarnos. Creo que, trabajando, vamos a salir adelante.
- Un básico en el armario
- Blaizer negro
- Un complemento
- Un bolso
- Una prenda
- Un tejano
- Un tejido
- Cachemir y algodón
- Un color
- Rosa, para ver la vida de color de rosa. Es nuestro logo. Nos identifica y nos encanta.