Ignacio Rodero · Presidente Asociación de Comerciantes del Mercado de la Esperanza

“Los precios de la ‘Plaza’ son muy competitivos”

 

Representa desde hace casi cinco años los intereses de los comerciantes de este singular y atractivo espacio comercial que abrió sus puertas en los albores del siglo XX para reunir en un único lugar todas las tiendas de productos frescos. Asegura que la ‘Plaza’, que es como la mayoría de los santanderinos llaman a este mercado, respira tradición y que sabe a Santander; y afirma que sus principales retos pasan por atraer a la gente joven y diversificar la oferta con negocios de otro tipo, no solo hosteleros.

 

“Si el mercado funciona es que la ciudad funciona,
que tiene un comercio activo”

 

“El principal problema que tiene este mercado es llegar a él,
porque todo el mundo lo quiere hacer en coche”

 

“La limitación de aforos por culpa de la pandemia no ha hecho mucho daño. La gente, además apenas viene ya a comprar por la tarde”

 


Pregunta.– El Mercado de la Esperanza es el mejor expositor del producto fresco de Cantabria. ¿Es una buena definición?


Respuesta.– Sí, porque el mercado se abrió para reunir en un lugar céntrico todas las tiendas cárnicas que estaban abiertas. Además, la planta baja, que se utilizaba de almacén, se habilitó para acoger a las pescaderías que hasta entonces estaban en la antigua plaza de pescado, en la plaza de Atarazanas.


P.– Su mercado es uno de los espacios más visitados por propios y extraños. ¿Se notará en la facturación o una cosa es visitar y otra muy distinta comprar?


R.– Efectivamente, por desgracia no existe una correlación. Una cosa es venir a ver el mercado y otra comprar. Además, desde la pandemia se han suprimido las visitas guiadas en las que los participantes siempre compraban algo, fuera más o menos. Ahora la gente se ha retraído y ya no viene con la alegría de entonces. Incluso hemos cambiado el horario de apertura para tratar de adaptarnos a la pandemia (abren de 8 a 14 horas y por la tarde de 17 a 19,30 horas, salvo los lunes, martes y miércoles), pero la limitación de aforos no ha hecho mucho daño.


P.– ¿Qué tiene este mercado que no tengan otros?


R.– Tradición. La ciudad nació alrededor del mercado y, tras el incendio creció en torno a las casetas y del edificio del Ayuntamiento. Todos los que tenemos más de cuarenta o cincuenta años hemos comprado alguna vez en la ‘Plaza’, pero lamentablemente la gente joven no conoce el mercado porque nuestro estilo de vida y de compra ha cambiado. En este sentido, hemos dejado de ser españoles para ser americanos.


P.– ¿Y qué le falta?


R.– Muchas cosas. Un horario más moderno acorde con el entorno urbano; más variedad de negocios, que no sean exclusivamente de alimentación… Siempre fuimos de bar y tienda de barrio, pero ahora somos de centros comerciales.


P.– Frente a la competencia de las grandes superficies de alimentación, ustedes ofrecen cercanía y un trato más personalizado. ¿Es suficiente para ganar la batalla?


R.– No. Por mucho que nos esforcemos no es suficiente. El problema no está en la oferta. Las grandes superficies atraen al cliente por comodidad, porque por precio son más caros que nosotros. Y no solo nos afecta a los comerciantes del mercado, sino a todo el comercio del centro. Esa es nuestra ventaja que a la vez se convierte en inconveniente: que estamos en el centro de la ciudad.


P.– Más de ochenta puestos en un mismo espacio con todo lo necesario para llenar la despensa. ¿Garantía de calidad y confianza?


R.– Sí, sin duda. Los productos entran todos los días frescos: carne, pescado, fruta, verdura… Son productos escogidos y de la máxima calidad.

 

 

 


P.– Hace años su predecesor en el cargo aseguraba que comprar en este mercado era interactivo, divertido y personal. ¿Lo suscribe?


R.– Sí, claro. Sobre todo personal. Aquí vienes, miras, si quieres preguntas, aunque cada vez se hace menos, y eliges entre la mayor oferta de productos frescos. Productos que probamos y que, si no nos convencen, no llegan al mostrador. Cada puesto, además, tiene los suyos propios y está especializado. Si te organizas, siempre hay tiempo para ir al mercado.


P.– Y defendía la necesidad de que el mercado contase con un servicio integral a domicilio. ¿En esas seguimos?


R.– Bueno. Desde hace poco más de un año tenemos una página web de compra online https://kibus.online/santander, que es una plataforma especializada en mercados. Estamos 18 puestos y poco a poco va funcionando. Vamos a ver cómo evoluciona.


P.– Dicen que la pandemia ha cambiado los hábitos de consumo. ¿Verdad o mentira?


R.– Verdad. Ha cambiado mucho. De entrada, la gente ya apenas viene a comprar por la tarde. Por eso hemos modificado el horario. Ahora además la forma de preparar y empaquetar los productos es muy diferente y se hace con mucho más cuidado. Y los pagos son casi todos con tarjeta. La pandemia ha retirado el dinero en efectivo para evitar contactos.


P.– Y que los precios están por las nubes, no solo en Navidad. ¿Lo ve sostenible?


R.– No estoy de acuerdo. Todos los proveedores han aumentado sus precios para tratar de cubrir el incremento de costes de la electricidad y el transporte, pero nosotros, de momento, hemos asumido gran parte de esa subida sin trasladarla al consumidor. Los precios del mercado son muy competitivos. A igualdad de calidad de carnes y pescados, somos realmente competitivos.


P.– Tras las últimas reformas y mejorar realizadas en este edificio centenario, el mercado parece estar viviendo una segunda juventud. ¿Aquí se toma el pulso a la ciudad?


R.– Sí, siempre ha sido así. Si el mercado funciona es que la ciudad funciona, que tiene un comercio activo. Pero de un tiempo a esta parte el precio de alquiler de los locales ha ahuyentado a muchos negocios. Parece que se nos ha olvidado que somos gente de barrio, de tienda de cercana.


P.– Atraer al público joven. ¿Ese es el principal reto?


R.– Sí. ¿Cómo hacerlo? Lo hemos intentado de mil maneras. El principal problema que tiene este mercado es llegar a él, porque todo el mundo lo quiere hacer en coche. Nos faltan comodidades. Mejores accesos, un edificio más cómodo. El Ayuntamiento nos ha ayudado mucho, pero necesitamos una reforma interior. Son casi 120 años de vida. Y también que conozcan nuestros servicios. Por ejemplo, La Plaza siempre ha tenido servicio a domicilio de forma individual, pero parece que esto es un invento de los centros comerciales.


P.– De un tiempo a esta parte, los expertos defienden que la oferta de restauración es una de las mejores herramientas para tratar de dinamizar las plazas de abastos. ¿Lo cree así también?


R.– Creo que lo que está bien es el equilibrio. Es verdad que un mercado ya no puede ser solo y exclusivamente de alimentación y que tiene que tener más servicios. Tiene que tener locales de hostelería y más variedad de comercios: mercerías, de reparación de calzado... Pero sin perder de vista que lo que tiene que primar y predominar son los puestos de alimentación.


P.– ¿A qué sabe su mercado?


R.– A Santander. Aquí todos los comerciantes somos santanderinos. El 99% procedemos de familias de comerciantes de toda la vida. Siempre fuimos la pintura, el cuadro, la imagen de la ciudad. Pero ya no. Antes, venías a trabajar y no te querías marchar. Había un fenomenal ambiente. Por aquí desfilaban a diario todos los personajes singulares de la ciudad.