Bruno Duque Zárate · Mood Uomo
Graduado en el Instituto Marangoni de Milán, donde se han formado los grandes nombres del prêt-à-porter italiano, este santanderino decidió hace dos años dar un paso más en su pasión por la moda masculina y abrir un comercio en su ciudad que en octubre ha trasladado a una esquina de la cada vez más pujante calle Hernán Cortés. Muy del color negro, rehúye de las extravagancias y asegura que le gusta respetar el protocolo que exige cada ocasión. Anuncia que vamos hacia una mayor sofisticación en el vestir y mantiene que el hombre es un comprador fiel que siempre vuelve cuando encuentra un punto de venta que le satisface.
“Ahora se llevan los trajes confeccionados con tejidos técnicos, modernos, ligeros, elásticos y que no se arrugan ni necesitan plancha. Es una tendencia que se está apoderando poco a poco del mundo sastrería en muchísimos países de Europa”
“Aún no veo al hombre vistiendo faldas o prendas muy feminizadas. Es un estilo que ha llegado a determinados y muy pequeños estratos de la sociedad, pero no de forma generalizada”
“Cuando viajas, te das cuenta de que en el resto de España tienen una imagen muy buena sobre la moda en Santander que deberíamos valorar y tener muy en cuenta”
Pregunta.– ¿Para quién está hecho Mood Uomo?
Respuesta.– Para el hombre que busca estilo y calidad y que quiere expresarse mediante su forma de vestir de un modo diferente y con prendas exclusivas, seleccionadas minuciosamente y muy escogidas para el público de Santander y el turista que visita la ciudad. Los clientes rara vez van a encontrar aquí prendas que también tengan otros establecimientos. Apostamos por un estilo atemporal, pero sin perder de vista las últimas tendencia en moda. O por decirlo de otro modo: un estilo clásico actualizado.
P.– Lo más difícil es llegar a las nuevas generaciones sin perder el foco. ¿Verdad o mentira?
R.– Bueno. Quizá pueda ser en algún aspecto, pero también intentamos estar activos y atentos a lo que ocurre en las redes sociales para, a partir de ahí, ofrecer productos para ellos. Posiblemente nuestro público sea de más de 25 años, pero queremos que los más jóvenes también tengan aquí su línea de prendas.
P.– Diferentes estudios reflejan que los hombres cada vez compran más, pero que no les gusta ir de compras y que prefieren en muchos casos hacerlo online. ¿Lo ve usted también así?
R.– Creo que la mujer es más impulsiva a la hora de comprar mientras que el hombre, cuando compra, lo suele hacer por necesidad, aunque es cierto que esta tendencia está cambiando. Ahora el hombre se preocupa más por su imagen y es muy fiel cuando encuentra un punto de venta que le satisface. Suele volver porque se crea una relación de confianza. La venta online funciona, pero nuestro fuerte es la tienda física.
P.– La elegancia masculina, asociada tradicionalmente a la americana y el traje, se viste hoy con prendas más informales, versátiles y cómodas. ¿Manda el streetwear?
R.– Sin duda. El traje tradicional cada vez se ve menos, salvo para ceremonias y eventos especiales o en caso de trabajos muy concretos y determinados. Ahora, en cambio, se llevan los trajes confeccionados con tejidos técnicos, modernos, ligeros, elásticos y que no se arrugan ni necesitan plancha. Es una tendencia que se está apoderando poco a poco del mundo sastrería en muchísimos países de Europa. Son tejidos modernos y cada vez más cómodos tanto para viajar como para trabajar. Trajes que se sienten como una segunda piel. Ahora mismo casi vendo más de este tipo de trajes que de los clásicos.
P.– Con el paso del tiempo, la moda masculina ha evolucionado hasta tal punto que las fronteras del género se han desdibujado y hoy ya no es tan raro ver a hombres llevando faldas o piezas femeninas. ¿Caminamos hacia un mundo de la ropa sin género?
R.– Tanto como eso, todavía no. Sí es verdad que ha evolucionado y hoy hombres y mujeres comparten determinadas prendas que pueden ser unisex. Pero aún no veo al hombre vistiendo faldas o prendas muy feminizadas. Es un estilo que ha llegado a determinados y muy pequeños estratos de la sociedad, pero no de forma generalizada. Ellos y ellas buscan su propia moda y estilo, aunque hay una vía intermedia en la que comparten prendas, como sudaderas o pantalones, pero sin radicalizar. Al menos en cuanto a la moda en la calle. Otra cosa es la moda de pasarela.
P.– La amplia gama de estilos y tendencias, desde lo clásico hasta lo vanguardista, desde lo minimalista hasta lo llamativo, hace que ya no hay una única definición de lo que significa vestir bien. A su juicio, ¿qué lo es?
R.– Vestir bien es, sobre todo, sentirse cómodo y ser tú mismo. Sentirse bien con lo que llevas puesto, lo que sin duda te facilitará mostrar a los demás cómo eres y te sientes sin necesidad de hablar.
P.– El precio se ha convertido en una obsesión y se impone como principal criterio de compra por encima de la calidad, el tejido o el diseño. ¿Es así?
R.– En determinados sectores, como en todo en la vida, te diriges a un público. A unos les importará más el precio y a otros más la calidad. En moda, en general, una prenda de un precio algo más elevado te aporta a la larga mayor calidad y durabilidad que otra más barata. El precio importa en función de lo que busque el cliente. En mi caso, los clientes miran el precio, pero valoran la calidad. Nos movemos en un segmento medio-alto, digamos de lujo accesible. Yo siempre recomiendo hacer el pequeño esfuerzo de pagar un poco más para comprarte una buena prenda en lugar de tres porque, seguramente, esa prenda la guardarás con mucho cariño, tendrá una mayor vida útil y te aportará mayor exclusividad.
P.– Los hombres están prestando más atención que nunca a los detalles de su vestimenta. ¿Mandan los sombreros, los guantes y pañuelos, los relojes elegantes, las carteras de calidad y los zapatos bien pulidos?
R.– Sí. Vamos a ver. El hecho de que el hombre cada vez se preocupe más por su imagen y su salud conlleva también que todos estos complementos, que hace años estaban casi olvidados, hayan vuelto a estar de nuevo en auge. Un zapato diferente, un anillo, un cinturón, una gorra o la denostada corbata, durante tanto tiempo desaparecida y que ahora están tratando de introducir de un modo diferente, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. Vamos hacia una mayor sofisticación en el vestir. Trajes, pero desestructurados, con otros formas y menos encorsetados para hacerlos más atractivos a las nuevas generaciones.
P.– Vestir de traje con zapatillas se ha convertido en toda una tendencia que cada vez cuenta con más seguidores. ¿Un atentado al buen gusto o la combinación más cool?
R.– Depende del contexto. Yo solo lo propondría siempre que sea zapatillas con americana y solo camiseta debajo, pero no con camisa y corbata. Me gusta respetar el protocolo.
P.– Beau Brummel, caballero dandi y árbitro de la moda en la Inglaterra de la Regencia, decía que si la gente se vuelve por la calle para mirarte, no vas bien vestido. Vas demasiado formal, demasiado ajustado o demasiado a la moda. ¿Acertaba?
R.– A ver. En Italia alguno se ofende si no te giras para mirarlo. Precisamente les gusta destacar. Pero la cierta debe ser desapercibida. Es tener algo, que no solo es la ropa. Es cómo te sientes, te mueves, como hablas y te expresas. Que se giren… Bueno, tampoco lo veo mal. Lo que no me gusta es la extravagancia. P.- Giorgio Armani sostiene que la diferencia entre el estilo y la moda es la calidad. Usted, ¿qué dice?
R.– No puedo estar en contra del rey Giorgio. La moda siempre es pasajera, el estilo permanecerá siempre. Por muy de moda que esté algo, una persona no puede llevar todo lo que está de moda, porque no creo que todas las modas vayan con su personalidad. Habrá a quien le siente bien y a quien le siente mal. Sí es bueno nutrirse de la moda en determinadas cosas, pero no seguirla a rajatabla. Yo no busco ese producto. El estilo es permanente, mientras que la moda es algo bonito, que te puede divertir, pero es efímera.
P.– Los santanderinos, ¿somos demasiado conservadores en el vestir?
R.– En Santander, en general, siempre se ha vestido bien y ha existido un preocupación por la imagen. Cuando viajas, te das cuenta de que en el resto de España tienen una imagen muy buena sobre la moda en Santander que deberíamos valorar y tener muy en cuenta. Porque se fijan en nuestro comercio, en cómo vestimos y paseamos y en cómo disfrutamos de nuestro ocio. Es algo que siempre me recalcan y que nos lo debemos de creer porque es verdad que existe una cierta atención especial por el vestir que en otros lugares de España no lo hay. Además, el relato de una ciudad se crea con identidad propia. Esto es, comercio diferente y especializado, cultura, restauración de calidad… Todo ello contribuye a que la gente, propia y extraña, ame esta ciudad. No seamos una fotocopia de otras ciudades y perdamos nuestra alma y forma de ser. Tener comercio diferente hace ciudad.
P.– ¿Es partidario de las rebajas?
R.– No. Yo hago precios especiales con prendas sueltas que quedan. Trabajo con márgenes muy ajustados. En este sentido, la campaña municipal de vales me parece fantástica.
P.– ¿Entrará en moda femenina?
R.– Me lo pregunta mucho y no lo descarto. Siempre me ha gustado, pero de momento quiero posicionarme en moda masculina. Pero quién sabe, a lo mejor en un futuro damos una sorpresa.
P.– Imagínese que la calle es suya. ¿Qué haría para dinamizar el comercio?
R.– Creo que es muy importante la facilidad de aparcamiento. Hay que facilitar al que viene de fuera que llegue de un modo cómodo al comercio de cercanía del centro urbano. Habría que hacer un estudio para habilitar zonas de aparcamiento en temporada alta, no se si de forma rotatoria o de pago o mediante parking disuasorios, pero que se pueda aparcar.
En corto
- Un imprescindible
- Un pantalón vaquero.
- Un tejido
- El algodón.
- Un color
- Negro. Pero también me gusta el contraste.
- La estrella de su tienda
- En invierno, los abrigos y jerséis; en verano, los trajes técnicos.
- Una prenda que nunca pasa de moda
- Un chaquetón marinero cruzado, en cualquiera de sus tejidos.