Ascen García y Jaime Alonso · Cartago Store
Ascen y Jaime son dos inquietos emprendedores que hace ahora un cuarto de siglo decidieron iniciar un proyecto en común de decoración. Con el tiempo, escogidas prendas de ropa fueron haciéndose más y más hueco entre los muebles y otros objetos hasta convertirse en su auténtica razón de ser. Alejados un tanto del epicentro comercial de la ciudad, su tienda es hoy un amplio y luminoso comercio de moda femenina que no entiende edades. Cien metros cuadrados de prendas con estilo para mujeres a las que les gusta sentirse diferentes.
“Santander es una ciudad difícil para mantener tu idea de comercio. Y más, como es nuestro caso, cuando buscas una idea diferente en una zona diferente que no está en el epicentro comercial”
“Nos gusta tener un trato cercano y conocer a nuestros clientes. No se trata de crear una amistad, pero sí de tener un cierto vínculo. Además, cuando compramos las prendas y colecciones pensamos mucho en ellos”
“Tras la pandemia la gente se ha vuelto a acordar del pequeño comercio, que quizá antes estaba algo más abandonado”
Pregunta.– Cartago cumple en octubre 25 años de historia. ¿Qué ve al mirar hacia atrás?
Respuesta.– Que hemos llegado hasta aquí. Si te das un paseo por la ciudad, te das cuenta realmente de lo que cuesta mantenerte. Excepto cuatro comercios tradicionales de toda la vida, Santander es una ciudad difícil para mantener tu idea de comercio. Y más, como es nuestro caso, cuando buscas una idea diferente en una zona diferente que no está en el epicentro comercial. Pero bueno, estamos contentos.
P.- ¿Para quién está hecho Cartago?
R.– Para mujeres que tengas ganas de tener una experiencia diferente. Nos gusta tener un trato cercano y conocer a nuestros clientes. No se trata de crear una amistad, pero sí de tener un cierto vínculo. Además, cuando compramos las prendas y colecciones pensamos mucho en ellos. Somos un espacio abierto a nuevos clientes y a las nuevas generaciones. No pensamos solo en el cliente de la zona. Queremos llegar a diferentes públicos y desmarcarnos un poco de lo que ofrecen las franquicias.
P.- Las familias españolas gastaron en ropa una media de 879 euros en 2022, un 11,83% más que el año anterior. Y los cántabros fueron, junto con los vascos y los madrileños, los que más gastaron en comercio textil, según el informe ‘El Comercio Textil en Cifras 2022 ‘publicado recientemente por Acotex, la patronal del sector. ¿El comercio de ropa y moda atraviesa un buen momento?
R.– Creo que desde la pandemia, sí. Tras las crisis sanitaria, volvimos a salir a las calles, a recorrer más la ciudad y a descubrir otros puntos que antes no conocíamos. En este sentido, diría que la pandemia nos ha favorecido. La gente se ha vuelto a acordar del pequeño comercio, que quizá antes estaba algo más abandonado. Y el cliente también está un poco saturado de esa otra oferta lineal que tienen todas las ciudades y busca algo diferente.
P.- Los expertos señalan que vender mucho en rebajas es un mal síntoma. ¿Lo ve usted también así?
R.– Sí, aunque todo cliente es bueno. Siempre hay que tener un cliente de temporada y otro que se adapta mejor a las rebajas. Lo importante es que vengan y que cuenten contigo. Pero hay tratar de vender lo más posible en temporada, porque en rebajas los márgenes comerciales caen en picado y se reducen muchísimo.
P.- ¿Qué supone para Cartago la venta online?
R.– Es sobre todo un escaparate de lo que ofrecemos en la tienda física. Representa aún un porcentaje muy pequeño de las ventas y no cumple tanto el objetivo que nos habíamos marcado. Ven nuestra ropa y se hacen una idea, pero luego vienen a comprar presencialmente a la tienda.
P.- Su tienda física se ubica un tanto alejado de las zonas comerciales clásicas de la ciudad. ¿Riesgo u oportunidad?
R.– Las dos cosas. Tiene un poco de riesgo, porque estamos fuera de la ruta comercial clásica, pero también somos como una islita dentro de nuestra zona en la que nos diferenciamos mucho del resto de comercios. Por otro lado, se nota que el turista ‘patea’ mucho las calles. Diría por tanto que tiene su parte buena y su parte no tan buena. Pero no nos quejamos. Tenemos muchos clientes de otras zonas de la ciudad e incluso de fuera de ella.
P.- Los especialistas apuntan a que una de las principales tendencias de este otoño va ser marcar y mucho la cintura. ¿Toca aguantar un poco la respiración?
R.– Como ocurre con todas las cosas, hay tendencias que no llegan luego al mercado minorista. Al final, nosotros compramos pensando en el cliente y no a todos les gusta ir apretados. Seguimos las tendencias de la moda, pero no a rajatabla.
P.- La moda que viene también anticipa que, aunque el pantalón pitillo no ha muerto, este otoño-invierno se impondrá su versión más dispar: los jeans oversize. ¿Se veía venir?
R.– Bueno. Es verdad que si se lleva un estilo, al poco tiempo se impone el contrario. Llevamos ya un par de temporadas en las que los clientes no quieren ya la ropa tan ajustada. Viene una moda más holgada y la gente los está aceptando muy bien.
P.- ¿Cuál va ser el color de este otoño?
R.– El violeta, el esmeralda… Y pinceladas de negro. Y eso que nosotros no somos una tienda muy de negro.
P.- ¿El calzado informal se ha impuesto a los tacones? ¿Las zapatillas también son elegantes? R.- Totalmente. Desde la pandemia la gente quiere vestir más cómoda, lo que no quiere decir más informal. Los tacones los destinamos solo a cubrir una parte de nuestra vida social, que fundamentalmente son los eventos. Y sí, se puede ir elegante con unas zapatillas. Pero nunca hay que renunciar a unos taconazos (se ríe). El estilo depende de la persona, no del calzado.
P.- Ya que lo menciona, Coco Chanel aseguraba que todo lo que es moda pasa de moda, el estilo jamás. ¿Lo comparte?
R.– Es que es eso. Hay mujeres que se pueden poner un calcetín en la cabeza y lo convertirían en moda. Y hay otras a las que la moda no les encaja. El estilo se tiene o no se tiene. No se aprende. Es como la belleza. Y el estilo es ponerte cualquier cosa y que te siente bien.
P.- ¿Qué puedo hacer para no estar mucho tiempo pensando hoy qué me pongo?
R.– Dedicarte el domingo a mirar tu armario y hacer un planning semanal de siete días. Te haces tus combinaciones y las apuntas en el móvil pensando en si va a hacer bueno, malo o si llueve. Lo ideal es eso, tener el armario preparado para siete días. Si lo piensas con tiempo, a la ropa le das incluso más rotación y utilizas más básicos. En cualquier caso, es evidente que también depende del trabajo que tenga cada persona.
P.- Moda y sostenibilidad. ¿Pueden ir de la mano?
R.– Desde luego. Las empresas cada vez están más concienciadas sobre la necesidad de reducir la contaminación y ayudar a mitigar el cambio climático. De hecho, nosotros trabajamos con varias firmas danesas que ya desde hace tiempo utilizan en sus procesos telas recicladas y productos orgánicos. Además, no es un tema de ahora. Es una preocupación que ya existe desde hace tiempo. Y nosotros intentamos cumplir con ese compromiso.
P.- Sin los turistas no podríamos sobrevivir. ¿Verdad o mentira?
R.– Si tuviéramos industria… Creo que en los últimos años se nota más el peso del turismo, que además se está alargando cada vez más en el tiempo. Se está empezando a desestacionalizar más allá de julio y de agosto. Y eso es bueno. Pero hemos sobrevivido mucho años sin ellos. Incluso durante la pandemia. Todo es importante y todos nos necesitamos.
P.- Dígame, ¿qué haría usted para promocionar el comercio de proximidad?
R.– Han estado muy bien las campañas de bonos del Ayuntamiento, que han dado un impulso al consumo. Pero creo que hay que dar más visibilidad a toda la ciudad y no solo a una parte de ella. De eso nos quejamos los que no estamos en el cogollo comercial. Apostaría por seguir promoviendo campañas que faciliten el consumo porque es claro que muchas familias lo están pasando mal económicamente. Porque al igual que coches y apoyar a la hostelería, la gente también necesita comprar bolsos y ropa.
En corto
- La prenda que más ha amortizado
- Una americana.
- Un básico
- Un vaquero.
- Un tejido
- La lana.
- Un complemento
- Un buen zapato o un bolso.
- Si tuviera que introducir un elemento masculino en su look sería…
- Una corbata. No me disgusta nada.