Ana Pellón Lavín · La Pera Limonera

"Las mujeres nos empezamos a vestir por la cabeza porque la tenemos muy bien amueblada"

 

Lleva siete años en esta pequeña tienda pegada a Puertochico en la que se agolpan casi por igual prendas y clientas. Descendiente de familia de comerciantes, dice ser trasmerana y haber sido criada con agua de Solares. De sonrisa perenne y de hablar rumboso y apresurado salpicado de palabras en francés, reclama más cariño y atención para los pequeño comerciantes convencida de que, con muy poco más, la ciudad se convertiría en un bombón más que apetecible.

 

“Hay que tener los armarios muy bien ordenados. Si no, te pierdes y no sabes ni lo que tienes. Recomiendo hacerlo por colores porque así te coordinas muy bien”

 

“Las rebajas tienen que ir en consonancia con la vida de la ciudad. Yo no puedo poner rebajas al mismo tiempo que Madrid. Allí es primavera en marzo y aquí pueden caer chuzos de punta”

 

Pregunta.– La Cámara de Comercio Cantabria destacaba en su último informe de coyuntura de locales y actividades comerciales del pasado mes de abril que el comercio de Santander ha crecido en dinamismo y competitividad, cerrando 2022 con su mejor dato histórico de locales en activo. ¿El sector se ha recuperado?

Respuesta.– Puede ser que las grandes superficies y las franquicias se hayan recuperado, pero no el pequeño comercio. Estamos necesitados de más cariño y atención.

P.–Este estudio también ponía de manifiesto una tendencia de cambio de modelo de consumo, con un desplazamiento de la actividad a zonas periurbanas con el objetivo de cubrir la demanda de todos los vecinos. ¿El centro no es ya lo que era y se está ampliando y desplazando hacia nuevas zonas comerciales?

R.– Exactamente. El centro ya no es lo que era. Antes había un pequeño comercio muy rico y apetecible y con mucha categoría. Pero eso se ha perdido. ¿Por qué? Porque Santander es una ciudad por la que no pasas; hay que venir y llegar. Pero en la entrada de la ciudad han abierto todos los centros comerciales, con lo cual las personas de los pueblos de la región que antes venían a comprar a la capital ya no entran al centro urbano.

P.–Según la Cámara de Comercio, al menos el 30% de toda la actividad económica que se desarrolla en Santander corresponde al sector comercial, dominante en la ciudad. ¿Se nota ese importante peso específico?

R.– No. Básicamente porque hemos perdido todo el resto del tejido productivo. Apenas quedan pescadores, ganaderos y agricultores. Y esas persona compraban, venían de los pueblos a comprar. Eso ya no existe. Lo que hacemos ahora es intercambiar dinero: tú me compras unos zapatos y yo te compro una camiseta. Pero eso no es generar riqueza.

 

 

 

 

P.–Dígame en menos de 140 caracteres por qué merece la pena conocer su tienda.

R.– Porque es pequeñita, agradable, con mucho gusto y con prendas muy seleccionadas que sientan bien a cualquier persona. Y eso te obliga a elegir muy bien los muestrarios [141 caracteres].

P.–Lo acaba de decir: ofrece en apenas 10 metros cuadrados ropa y complementos de mujer, además de tocados y piezas especiales para eventos. ¿El tamaño importa?

R.– Sí, porque de este modo atiendes de una forma muy personalizada. Lo cuidas tú; lo atiendes tú; lo presentas tú; lo ordenas y lo limpias tú… Y eso se nota. Es como cuando llegas a una casa y notas el toque personal de su dueña, que tiene otro encanto.

P.–Hay propietarios de pequeños negocios como el suyo que aseguran que se sienten como un vecino más. ¿Usted también?

R.– Sí. Hemos hecho entre todos una calle comercial de lo más apetecible. Muy hogareña. Con un comercio muy cuidado y muy bien atendido.

P.–¿La tienda se ha trasladado definitivamente a internet?

R.– En mi caso, no. Tenemos un pequeño toque en redes sociales, en Instagram, pero yo por mi edad no soy una usuaria muy intensiva de estas aplicaciones. Tengo contactos con clientas por esta red social, pero no tengo página web y no hago ventas por Internet.

P.–Algunas de las reivindicaciones más repetidas por los comerciantes son más aparcamientos y contar con actividades culturales y de ocio que den más vida al centro de la ciudad. Usted, ¿qué pediría a los políticos?

R.– Bueno. Puesto que no podemos pedir cines ni teatros, porque no serían viables, yo pediría, como ya he dicho, más atención y cuidado. Vas a otras ciudades, por ejemplo del sur de Francia, y tienen los toldos preciosos, las fachadas y las calles limpias, los contenedores soterrados… Da gusto estar. Reclamo que la ciudad esté más cuidada. Tenemos una ciudad que por sí misma es un bombonera y una preciosidad. Además, tenemos la bahía más bonita del mundo. Con dos cositas, sería un auténtico potosí.

P.–Roberto Verino decía que sale más caro vestir mal que hacerlo bien. ¿Exageraba?

R.– Sí, porque antiguamente solo había una oferta para elegir: lo bien o lo mal hecho. Pero hoy en día hay prendas muy estilosas y con mucho encanto que no cuestan mucho dinero. Con un poco de gusto, puedes vestir muy bien.

P.–Elija su armario: ¿Algunas cosas buenas o muchas que no lo son tanto?

R.– El calzado y el bolso, por ejemplo, me gusta que sean de calidad. Pero luego, con una camisita mona, con una falda o un pantalón vaquero y con unos complementos bien escogidos vas como una princesa.

P.–El diseñador estadounidense Bill Bass sostenía que cuando tengas dudas, viste de rojo. Y usted, ¿qué dice?

R.– Que el rojo es muy peligroso. Para lucirlo tienes que tener un cuerpazo impresionante y saberte mover. Propongo básico negro y básico blanco. Y a partir de ahí, jugamos con los colores que quieras.

P.–¿Qué me pongo hoy? ¿Algún consejo para que esta pregunta deje de ser un problema?

R.– Tener los armarios muy bien ordenados. Si no, te pierdes y no sabes ni lo que tienes. Recomiendo hacerlo por colores porque así te coordinas muy bien. Me pasa también a mí en la tienda.

P.–Dicen que los hombres empiezan a vestirse por los pies. ¿Y las mujeres?

R.– Por la cabeza, porque la tenemos muy bien amueblada. Y después, por la prenda que más te guste. Siempre hay que tener un punto de partida por el que empiezas. Después, vas añadiendo lo demás.

P.–Las rebajas, ¿mejor solo en enero y verano?

R.– Las rebajas tienen que ir en consonancia con la vida de la ciudad. Es decir, yo no puedo poner rebajas al mismo tiempo que Madrid. Allí, como dice El Corte Inglés, ya es primavera en febrero o marzo, mientras que aquí en esos meses puede que caigan chuzos de punta y que aún andemos por la calle con botas de agua y chubasquero. Y si aquí vienen los turistas a veranear, yo no puedo poner las rebajas en junio ni julio.

P.–El pequeño comercio local depende en gran medida del turismo. ¿Verdad o mentira?

R.– Desgraciadamente, cada vez más. Pero por el empobrecimiento de los ciudadanos en general. No contamos con grandes empresas que hagan de tractor de la economía local.

P.–Dígame una prenda que nunca pasa de moda.

R.– Un vestido negro. Petit robe noire, que dirían los franceses.

En corto

  • Un básico en el armario.
  • Un pantalón negro.
  • Un complemento.
  • Un bolso camel.
  • ¿Falda o pantalón?.
  • La comodidad del pantalón y la elegancia de la falda.
  • ¿Liso o estampado?.
  • Liso.
  • Un tejido.
  • Una seda natural.
  • Un color.
  • El negro.