Alfredo Mira Iborra · Monerris (Premio Santander Comercio con Historia)

“El turrón corre el riesgo de convertirse en un productos de mayores”

 

Es la cuarta generación de un negocio familiar fundado hace más de 130 años. Natural de Alicante, llegó a Santander siendo apenas un niño y hoy es la cara visible de un próspero comercio en el que el turrón sigue siendo el rey. Defiende la producción artesanal con buenas materias primas, reconoce que sus preferidos son el duro y el blando, y apuesta por lanzar nuevos productos para tratar de atraer nuevos públicos y extender su consumo más allá de la campaña navideña.

 

Mi bisabuelo y su hermano abrieron la primera tienda en 1893, que en verdad no era tal, sino que vendían en un portal de la calle La Blanca –hoy San Francisco– con un pequeño mostrador desmontable en el que exhibían los turrones”

 

Nuestro éxito radica básicamente en mantener la calidad de unos productos que gozan de una gran tradición”

 

Cuando El Corte Inglés proyectó instalarse en la ciudad, los comerciantes lo vieron como un competidor y no como un aliado. Ese fue el gran error de Santander”

 

 

Pregunta.– Turronero, maestro de dulces artesanos, comerciante, empresario… ¿Con qué etiqueta se siente más identificado?

Respuesta.– Soy turronero y heladero. Me siento más identificado con la parte creativa y de elaboración del producto aunque, como todos los pequeños empresarios, al final tienes que hacer un poco de todo. Para mí ser empresario, que es una profesión que admiro muchísimo, es otro cosa. Nosotros hemos continuado con un negocio que ya funcionaba.

P.– Más de 130 años y cuatro generaciones de historia en Santander. ¿Aún tienen cuerda para rato?

R.– Creo y espero que sí. El negocio está saneado y detrás de mí están mis hijos, aunque aún son demasiado pequeños. Mi hija mayor tiene 16 años y le gustan las finanzas y los temas empresariales. Ya veremos.

P.– ¿Cuál diría que ha sido el hito más importante en esta larga y fructífera trayectoria?

R.– Diría que hay dos hitos. El primero, cuando mi bisabuelo y su hermano decidieron venir de Alicante a Santander y supieron labrarse un nombre. En 1893 abrieron la primera tienda, que en verdad no era tal, sino que vendían en un portal de la calle La Blanca, hoy San Francisco, con un pequeño mostrador desmontable en el que exhibían los turrones. Sacaban los permisos municipales y pagaban los fielatos, los tributos de aquella época por derechos de consumo. El segundo, cuando mi abuelo, aunque no era Monerris, sino que se había casado con la hija del fundador, coge el relevo y retoma la venta en Santander que se había suspendido por la Guerra Civil y durante los años tremendos de escasez que siguieron al fin de la contienda. Era un hombre muy serio y formal; muy cumplidor y quien le dio al negocio el empujón definitivo. Empezamos a vender helados en 1966, pero nosotros tuvimos venta en portal hasta 1996.

P.– Tradición sin perder de vista la innovación. ¿Ahí radica gran parte de su éxito o hay otras causas?

R.– Sí, exactamente. Básicamente nuestro éxito radica en mantener la calidad de unos productos que gozan de una gran tradición. Nosotros mantenemos la producción artesanal con productos de calidad, mientras que gran parte de la industria ya ha mecanizado muchos de estos procesos y, en consecuencia, los productos ya no son los mismos.

 

 

P.– De cada cinco compras que se realizan cada día en España, una se hace a través de Internet, según datos del INE. En su caso, ¿da por bueno este porcentaje?

R.– No, es mucho más bajo. En nuestra web solo vendemos turrones, por lo que prácticamente hasta octubre o noviembre que empieza la campaña navideña apenas se vende nada. Es un ámbito en el que somos conscientes de que tenemos mucho margen de mejora y al que, hasta ahora, le hemos dedicado todo el tiempo que necesita. Podemos mejor mucho.

P.– Lo suyo son los turrones, mazapanes y helados. ¿Por este orden?

R.– Turrones, helados y mazapanes, más bien. Entre el 65 y el 70% de las ventas corresponden a turrones, teniendo en cuenta que turrones engloba también al resto de productos navideños.

P.– El turrón, ¿solo por Navidad? ¿Y solo en tableta o triunfan otros formatos?

R.– Mayoritariamente, sí. Solo por Navidad. Para tratar de desestacionalizar las ventas queremos introducir otros productos con turrón en formatos más pequeños, y también galletas con turrón que queremos lanzar este año. Pero es verdad que su consumo está muy fuertemente asociado a la campaña de Navidad. ¿Qué vendemos en verano? El helado de turrón, que se elabora con turrón de la casa, aunque ya no es turrón propiamente dicho.

P.– Hay turrones de jamón, de Chupachups, de palomitas de maíz, de cereales y de nachos… ¿Lo el duro y blando o de yemas y frutas se queda corto?

R.– Bueno. Pasa igual con el helado. Pero si quieres un buen turrón buscas uno clásico. Creo que estas variantes son propuestas de puro marketing. Más que pretender lanzar un producto novedoso que consiga una importante penetración en el mercado, lo que en realidad se trata es de artificios de marketing para posicionar una marca. Recuerdo una heladería de Gijón, que no sé si seguirá abierta, que lanzó helados con sabor a fabada y de morcilla. Consiguió que se hablara de ellos en los medios, pero realmente no eran productos muy demandados. A estos turrones que me menciona les pasa lo mismo. Respetando por supuesto el trabajo de todo el mundo, creo que es más una cuestión de imagen. Nosotros estamos viendo la posibilidad de lanzar para la próxima campaña un turrón de pistacho con un toque de sal y otro blando de café o chocolate que creemos pueden tener aceptación y un cierto éxito.

P.– De almendra, pistachos, avellanas, nueces, anacardos… ¿Suma y sigue?

R.– Eso es. Los frutos secos están ahora de moda. Aportan proteínas, sales minerales, fibra… Son productos que, consumidos con moderación, son muy recomendables. Pero yo siempre he defendido mucho el turrón duro y blando porque son productos elaborados con ingredientes naturales que llevan más de 500 años siendo consumidos. ¿Qué lleva un turrón duro? Pues almendra, miel, azúcar y un poquito de clara de huevo. Y ya está. Ni conservantes, ni colorantes, ni aromas… nada. Es un dulce muy transparente y muy natural. Defiendo el turrón duro y blando elaborado con buenas materias primas.

P.– Los consumidores de turrones se están haciendo mayores y se necesita incorporar consumidores más jóvenes a la categoría. ¿Verdad o mentira?

R.– Verdad. Totalmente cierto. A medida que los jóvenes van cumpliendo años, van educando su paladar y se suman como consumidores. Pero el turrón corre el riesgo de convertirse en un producto de mayores. Por eso hay que intentar sacar nuevos productos que enganchen también a los jóvenes en el consumo de estos artículos. En cambio, el helado es un producto más todo terreno y para todos los públicos.

P.– Dicen que hay que tener cuidado con los turrones y mazapanes porque son bombas calóricas y engordan. ¿A nadie le amarga un dulce o ahora mandan los light y sin azúcares añadidos?

R.– Nuestra experiencia nos dice que, aunque hay un público que demanda los productos bajos en calorías, lo cierto es que se venden mucho menos. Los consumidores prefieren los clásicos. Yo, por ejemplo, si quiero cuidarme más, pues me como un trozo más pequeño. El secreto, como en todo, está en la moderación

P.– Las figuritas de mazapán son todo un clásico. Caracolas, conejitos, barritas, pececitos, nudos, lazos… ¿La imaginación no tiene límites, o sí?

R.– Tiene el límite del buen gusto. En nuestro caso, dejamos que sean las mujeres de Jijona las que hagan las figuritas que a ellas les gustan. Ellas son las que saben y cada una tiene su repertorio. En Jijona la parte más creativa en la elaboración de mazapán es cosa de mujeres.

P.– El chocolate, ¿sigue siendo el rey de los dulces?

R.– El chocolate es el rey de la confitería y repostería. No es nuestro caso. Nosotros vendemos más turrón duro y blando, aunque cada vez tenemos más variedad de productos con chocolate. A título particular, disfruto más con un buen hojaldre. Me gustan los productos clásicos que están bien hechos.

P.– ¿Y el helado de turrón el más deseado?

R.– Es el que más vendemos, con diferencia. El helado de turrón, de Monerris.

 

 

P.– Dígame, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el comercio local?

R.– Son unos retos tremendos. El principal reto es que el acceso a la ciudad cada vez es más complicado. Las personas que viven en los alrededores no entran prácticamente para nada al centro urbano porque se quedan en las áreas comerciales que se han abierto en la periferia. Si te fijas, en el centro cada vez hay más negocios de hostelería y menos de comercio. Los centros de las ciudades se están convirtiendo en zonas de ocio en los que priman el sector de la hostelería y similares. Las ventas de impulso, que para la venta de helados nos viene bien, pero mal para las de turrón. El flujo de compra ya no va la centro como iba antes, sino que va a los centros comerciales del extrarradio donde, además, tienen aparcamiento gratuito. La futura implantación de la zona de bajas emisiones será un problema añadido al que ya representa la OLA, si es que encuentras sitio para aparcar.

P.– Si estuviera en su mano, ¿qué haría para dinamizarlo?

R.– Es un tema muy complejo. Se ha hablado, y creo que es positivo, de los aparcamientos disuasorios bien conectados con el centro. Cuando El Corte Inglés proyectó instalarse en la ciudad, los comerciantes lo vieron como un competidor y no como un aliado. Ese fue el gran error de Santander. Si su hubiera instalado en el centro, hoy habría otra vida. Le pongo el ejemplo de Alicante, donde este gran almacén se instaló en una zona un tanto alejada del corazón urbano, en una zona, digamos, comparable a la de Cuatro Caminos en Santander. ¿Qué ocurrió? Que el comercio se fue trasladando poco a poco al entorno de El Corte Inglés y hoy en día es la zona con más fuerza comercial de la ciudad. Después, hay procesos globales contra los que no puedes luchar. Tienes que sumarte a ellos. Si hay venta online, tienes que tener tu web; y valorar el envío a domicilio o la recogida en tienda sin hacer colas. Se trata, en definitiva, de dar servicios y de abrir, dentro de tus posibilidades, canales de venta que sean necesarios para vender. Por supuesto, el comerciante también tiene que apostar por la profesionalización y especialización.

 

Un poco más

 

  • Su dulce preferido

  • El turrón de Jijona, que es el blando.

  • Elija un turrón

  • El blando de Jijona.

  • Y el mejor momento del día para tomarlo

  • Quizá después de la comida, con un buen café.

  • Un sabor por sacar al mercado

  • Turrón de pistacho.

  • Un helado

  • Hay varios. El que más me gusta, el de avellana. Y También el de vainilla si es buena y natural.